EL BUEN SAMARITANO. Lucas 10.25-37

Otro sermón de Tim Keller

Así como hablamos del mensaje del Evangelio podemos también hablar del Evangelio al prójimo. Este evangelio al prójimo es el mandamiento de llenar las necesidades de los que están a nuestro alrededor.
En este texto del Buen Samaritano podemos hallar las siguientes partes: 1. El Mandato… 2. La Magnitud del Mandato… 3. Su Motivación… 4. El Modelo.

1. El Mandato de amar a los demás.

En esta historia un maestro de la Ley se acerca a Jesús. Este era un experto en la Ley. El respetaba la ley. El maestro de la ley hace una pregunta… «¿Que tengo que hacer para heredar la vida eterna? (v.25b)… «¿Que debo hacer para ser salvo?»
La intención era ponerle una prueba, una trampa, «para poner a prueba a Jesús» (v.25). Estos maestros sabían que Jesús aceptaba y recibía a la gente que desobedecía la Ley de Dios. A los que ellos llamaban pecadores. El maestro de la Ley quería saber qué tanto respeto tenía Jesús por la Ley de Dios. Por los mandamientos.
Y por eso la pregunta: «¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» ¿Para ser salvo?
El esperaba que Jesús le respondiera algo así como: «No importa que hagas o no…No importa como vivas…Tu puedes tener la vida eterna… No tienes que guardar los mandamientos para heredar la vida eterna».
Pero Jesús fue el que lo puso en la trampa. Pero fue una trampa amorosa. Lo hizo con una historia.
Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la ley?» (v.26). «¿Qué lees en la Escritura?»…»Dame un resumen».
Y el hombre le citó: Primero: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente.»(v.27)
¿Qué quiere decir amar a Dios? Mi explicación favorita de esto es la frase: «Tu religión es lo que haces en tu soledad». Esto quiere decir que cuando tu estás en una esquina por horas, cuando tu mente está libre, ¿hacia donde va?…qué piensas naturalmente, automáticamente. ¿Piensas en Dios? ¿En el dinero? ¿En tu belleza?… En lo que tu piensas en esos momentos, eso es tu religión. Eso es tu Dios. Eso es lo que más te preocupa. Eso es tu fe.
Lo primero que requiere la ley es: Amar a Dios como lo más importante.
Y lo segundo que este hombre responde es: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». ¿Qué quiere decir esto? «Jesús le dijo – Bien contestado-Haz eso y vivirás»(v.28).
Y esto es brillante porque Jesús le dijo: «La ley es correcta, es perfecta, es algo correcto. Hay que cumplirla para heredar la vida eterna… Para ser salvo».
«Si tu amas a Dios y si tu amas a tu prójimo tendrás vida… Si tu vives así, serás salvo…Cumple esto y estás seguro»…»Ve, anda, cúmplelo»…
Entonces el hombre enseguida notó lo que Jesús le estaba diciendo y más adelante dice que: «El queriendo justificarse a sí mismo, dijo «¿Quien es mi prójimo?»(v.29).
¿Te das cuenta a donde quiere ir este experto de la ley?…
Este hombre preguntaba:»¿Quien es mi prójimo?», es decir, quiero saber quien es y cómo debo tratar a mi prójimo… Si la promesa de vida es: ama a Dios y ama a mi prójimo, bueno, ¿quien es mi prójimo para tener la vida?… Como diciendo: «Dame la mínima regla…Cual es el mínimo requisito en relación a mi prójimo para cumplirlo…Qué es lo que Dios quiere en relación a mi prójimo»… La pregunta es: «¿Cual es el requisito mínimo que Dios requiere para salvarme?»
Y Jesús le cuenta esta historia del Buen Samaritano…
Esta historia dice que el protagonista, el héroe, el samaritano, sabe que el ayudar y amar al prójimo tiene un increíble costo, un increíble sacrificio, tiene un increíble peligro. Porque:
El héroe de la parábola atiende todas las necesidades del hombre herido (v.34-35):
Sus necesidades físicas, «le curó las heridas con vino y aceite y se las vendó…»
Sus necesidades de transporte, «lo montó sobre su propia cabalgadura…»
Sus necesidades emocionales, «lo cuidó».
Sus necesidades financieras, «Al día siguiente sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento…”
Sus necesidades médicas, «Cuídamelo-le dijo-, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.»
La pregunta del experto es: ¿Cual es el mínimo costo de lo que Dios pide cuando dice «Ama a tu prójimo»? Y Jesús da este ejemplo, él cuenta esta historia. Como diciendo: “Esto es lo que hay que hacer para mostrar que amas a tu prójimo. De esa manera experimentarás la salvación de Dios. Atendiendo todas las necesidades concretas. Todas las necesidades humanas de la gente”.

2. La Magnitud del amor a los demás.

Ahora veamos la magnitud o la medida en que debemos amar a los demás, es decir, cuánto es el amor que Dios nos pide cuando él dice «Ama a tu prójimo»…
a) A Quien: A todos. Es natural ayudar y amar a gente que queremos o que nos quiere o que nos ha ayudado. Pero los judíos y samaritanos tenían diferente religión…El samaritano amó al judío… amó al enemigo. Entonces, ¿Quien es mi prójimo?
Tu prójimo es cualquiera. Cualquier clase de persona, no importa su religión, clase social, educación, etc.
b) Cuando: Cuando veas la necesidad.
Cuando el samaritano iba en su camino él vio al hombre herido, y el enseguida e inmediatamente pensó «Este hombre necesita ayuda»…Y se detuvo. No «siguió de largo» como los demás. Por lo tanto, la magnitud del cuando es: Siempre que veas necesidad, en cualquier momento.
c) Cuánto: Lo natural es que digamos: «Yo no puedo ayudar tanto a esta persona»…
Pero Jesús pone a propósito en la historia a un hombre que realmente necesitaba mucha ayuda. Lo pone tirado en el camino, golpeado por ladrones y sangrando y casi muerto.
Jesús dice: «Déjame decirte la magnitud de cuánto Dios pide que tu ames y ayudes». Mira cuánto este samaritano amó a su prójimo. Cuando el samaritano se detuvo el le dio todas las cosas a este hombre.
Entonces, de hecho, si tú no puedes amar y ayudar de esta manera, entonces tú no amas lo suficiente.

3. La Motivación para amar a los demás.

¿Cual es la motivación para hacer esto? ¿De donde viene el poder para amar y ayudar al prójimo?… Sólo hay dos posibilidades. A la manera secular y a la manera religiosa.
La versión secular es algo como esto: Si tú eres una persona decente, progresista, cívica, entonces tú ayudarás a los pobres y a los necesitados, tú serás un voluntario porque te preocupas por ellos.
La versión religiosa es algo como lo siguiente: Tú lo haces porque la Biblia lo manda. Tienes que cumplir.
Pero estas dos motivaciones te llevan a la culpa. Lo que te motiva para ayudar es la culpa… No quieres sentirte culpable.
Pero noten que Jesús puso en la parábola a dos personas muy morales y religiosas: a un sacerdote y a un levita. Los sacerdotes y los levitas eran gente que comúnmente ayudaban a los pobres.
¿Que nos está diciendo Jesús?… El nos decía que esta gente ayudaba a la gente porque lo consideraban un deber… era algo moralmente bueno…
¡Pero cuando se trataba de un costo radical, cuando se trataba de sacrificio, cuando significaba un costo, algo demandante, radical, y hasta peligroso, como en este caso, entonces no lo hacían!… «Se pasaban de largo»…
Y esto es importante, porque cuando la motivación para amar y para ayudar a los necesitados es solamente la culpa, al poco tiempo de hacerlo, te detienes. Dejas de hacerlo. La motivación de sentirte culpable no es duradera. Por esto, no intentes ayudar al prójimo por culpa, para no sentirte culpable con Dios o contigo mismo.
Pero aquí es donde Jesús dice cual es el poder para amar o la motivación correcta para ayudar a los demás:
La clave de la parábola es dónde el experto de la ley fue puesto dentro de la parábola.
Jesús cuenta el relato como si hubiera puesto al oyente en el camino, como la víctima…
Jesús le está diciendo al experto de la ley: «Un hombre como tú bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones…» “Un hombre como tú fue golpeado y dejado medio muerto en el camino.»
«Y en el camino iba un odioso samaritano…Y ese samaritano hizo todas esas cosas por ti que estabas herido y casi muerto en el camino… Ve y haz tu lo mismo»…
¿Qué le estaba diciendo Jesús?… Algo así como: «Un hombre como tu, un hombre bueno, correcto, decente, estaba tirado y en eso pasó un samaritano y te amó y ayudó»… Un samaritano fue el que hizo todo eso por ti… El malo, el fracasado, el pecador, el condenado, fue el que hizo todo esto.
El hombre se dio cuenta de lo que Jesús estaba tratando de decir…
«¿Estas bromeando? Los samaritanos y los judíos como yo no tienen buenas relaciones… se odian entre sí… ¡Eso que dices es ridículo! ¡Un Samaritano no haría todo eso por mi!”
Jesús puso a este hombre tirado en el camino y puso al odioso samaritano en la orilla del camino, que llegó a donde estaba el hombre y que se compadeció de él.
Y Jesús puso el punto correcto: “¿Qué pasaría si tú estuvieras herido en el camino? ¿Qué pasaría si tú fueras el hombre tirado en el camino? ¿Y qué si fueras encontrado casi muerto por un enemigo y tu enemigo tuviera compasión de ti? Por pura y libre gracia se compadeció y te ayudó.”
Ese es el punto. ¿Qué pasaría si tú fueras el que está tirado en el camino? ¿Y qué pasaría si el único que te ayuda es alguien que esperas que te rechace? Jesús le decía: ¿Qué pasaría si tú fueras el que recibe el regalo de ayuda y misericordia?
Con esto, Jesús está diciendo que tú nunca serás un prójimo hasta que tú seas el prójimo caído… Hasta que tú te des cuenta que tú eres el prójimo necesitado.
Tu nunca serás alguien que ayude y ame a su prójimo hasta que tú te des cuenta de que tú eres el recipiente de la gracia, del amor y de la ayuda de parte de tu prójimo.
Jesús dice con esto que tu no puedes ser prójimo hasta que tu seas prójimo que recibe la gracia radical de un prójimo.
La pregunta del experto en la ley fue esta: «¿Quien es mi prójimo?» (v.29). Pero Jesús le contestó de otra manera. El la cambió a: «¿Quien es el prójimo para ti?» «¿Cual de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» (v.36) Y el experto mismo responde: «El que se compadeció de él» (v.37).
Para ayudar a los demás con el motivo correcto necesitamos una dinámica… Este es el punto que sigue…

4. El Modelo para amar a los demás.

Todos necesitamos el evangelio de Jesucristo. Esto es lo que el evangelio dice:
Todos buscamos justificarnos. Como este experto en la ley, todos necesitamos justificarnos. Todos decimos: «Yo estoy bien… Yo soy bueno…Yo amo… Yo ayudo a los demás… Yo he dado a los pobres»… Tú puedes justificarte de muchas maneras.
Pero el evangelio dice: Jesucristo vino y entró a este mundo… El pasó por el camino, y te vio tirado en el camino y tuvo compasión por ti (v.33). Y esta palabra «compasión» significa dolor por el que sufre, tener misericordia.
Cuando Jesús nos vio, el vino y no sólo a riesgo de su propia vida, sino que nos ayudó a costa de su vida. El murió por ti… Y el nos puso en un lugar seguro. El no tenía por qué hacerlo, pero lo hizo… porque nos amó y nos quiso ayudar… Por pura gracia…
Y tu puedes ver que él es tu Buen Samaritano, tu puedes ver que él es tu prójimo radical… puedes ver que en la parábola del Buen Samaritano, Jesucristo demanda el amor que no puede ser demandado, el pide el amor que no puede ser pedido. Pero tal amor fue para ti.
Sólo cuando ves al Verdadero prójimo, a Jesús, tú puedes ser un verdadero prójimo para los demás.

Finalmente, una palabra para llegar a ser prójimos radicales…
En la parábola, nota que el sacerdote, el levita y el samaritano todos «ven» al hombre necesitado: el sacerdote «al verlo», y después el levita «al verlo», y después, el samaritano «viéndolo»… Pero el samaritano cuando vio al hombre, vino a él e hizo contacto con él. Sólo el samaritano vino y alivió la necesidad del hombre.
Cuando tú ves en la ciudad una gran cantidad de gente necesitada, cuando tú ves un alto porcentaje de niños y jóvenes que viven en la pobreza, y si tú permaneces cómodo y tranquilo en tu casa y no haces contacto con ellos, y «te desvías y sigues de largo», entonces no estás siendo el prójimo para todos ellos.
Entonces, para llegar a ser prójimos radicales, no es por culpa. Sino hasta que tu seas quebrantado bajo la mirada del misericordioso Dios que te vio, y tuvo misericordia de ti y entiendas que él ofreció a su Hijo, el Verdadero Buen Samaritano. Cuando veas lo que él hizo, el precio que pagó, al costo de su vida. Cuando esto penetre en tu corazón, su sorprendente amor, que él vivió y murió por ti, entonces tu puedes ir y hacer lo mismo con los demás.

DE HISTORIAS Y HÉROES (2a. Parte). Gary Waldecker

Tragedia y triunfo

Cuando la acción final entre el villano y el héroe llega, la novia llega a estar sin esperanza cuando, contrario a todas sus esperanzas, el héroe es llevado a la muerte. Sus motivos ahora son claros—el voluntariamente muere por su novia. Pero aparentemente él no tiene suficiente poder para cumplir sus promesas. Entonces, en un increíble giro, el héroe muestra que su poder es el más grande que cualquiera haya esperado. El vuelve a la vida, por lo tanto, ¡Mostrando su poder sobre la misma muerte! Su muerte se convierte en el pago legal de la rebelión de la novia. De modo que ahora el villano no puede tenerla en su poder a través del miedo a la muerte. El villano es derrotado y la muerte conquistada. Esto cambia todas las cosas. Ahora vemos que lo que él ofrece no son puntos, sino una relación de amor con él mismo. Lo que él ofrece no es un sueño pequeño, sino el aparentemente imposible sueño de vida eterna con el amante, poderoso y fiel héroe. Es su presencia, no los puntos, lo que llena nuestros anhelos de gloria.

El desenlace

Hay todavía varios asuntos que deben ser desenredados. Aunque el villano ha sido derrotado, el todavía no ha sido puesto de rodillas. El todavía va como león rugiente tratando de devorar a su novia. El héroe le ha dado a su novia el poder necesario para poner al mal de rodillas (Romanos 16.20). Pero para cumplir esta misión ella debe confiar en él y evitar ser absorbida en el sistema de puntos de la sociedad. Su tarea es completar la jornada, proclamar las buenas noticias para que la novia esté completa, y, al hacerlo, el héroe la llevará para la realización de sus planes. El la traerá a él mismo y a la gran fiesta de bodas.

El desafío de la novia

Aquí está el desafío en la jornada de la novia: ¿Confías en el héroe Jesús o has sido absorbido en el sistema de puntos de la sociedad que está a tu alrededor? La verdad es que cuando nuestro enfoque está en la acumulación de puntos y en los logros de nuestros sueños pequeños, esto nos aparta de ver la gloria de nuestro héroe Jesús.

Ceguera hacia Jesús

El joven rico (Lucas 18.18ss.) por ejemplo, quiso usar a Jesús para llenar sus sueños pequeños de llegar a ser rico. El deseó que Jesús le diera puntos. Sabiendo esto, Jesús le pidió que entregara todos sus puntos y junto con ellos, su sueño pequeño. El joven rico estaba ante la presencia de Jesús, pero su sueño pequeño lo apartaba de ver el verdadero mensaje.

Los líderes judíos también tenían sus sueños pequeños: tener lugares de honor en una nación restaurada. Este era el por qué, por su compromiso a este pequeño sueño, que ellos estaban ciegos a la gloria de Jesús.

Judas también tenía su sueño pequeño: el deseaba ser rico. Debido a esto él fue incapaz de ver la gloria de Jesús y lo traicionó por dinero—por los puntos de la sociedad.

Aún los discípulos permitieron que sus sueños pequeños se atravesaran en el camino de ver a Jesús. Ellos argumentaban acerca de quién entre ellos era el más grande, y acerca de quien estaría sentado a la derecha y a la izquierda de Jesús.

María había comprado un perfume valuado en un año de salario. No sabemos donde obtuvo ella el dinero. Tal vez ella estaba ahorrando para comprar una nueva casa u otra cosa. Pero sabemos que una semana antes de la muerte de Jesús, ella lo derramó en él. Los discípulos, no solo Judas, sino todos ellos—la criticaron por su “desperdicio” de dinero que podía haber sido dado a los pobres (Juan 12.1-11, Mateo 26.6-13).

Ellos habían estado con Jesús por cerca de tres años—el tiempo de una buena educación de seminario. Aún así ellos eran ciegos a su gloria. Ellos estaban tan afectados por sus sueños pequeños que no podían entender el verdadero mensaje que María había entendido al menos hasta cierto punto.

Las multitudes de judíos que seguían a Jesús—muchos que clamaban ser sus discípulos (Juan 6.60) —también estaban ciegos a su gloria porque ellos estaban comprometidos a sus pequeños sueños de que Israel volviera a la gloria que tuvieron bajo David y Salomón. Ellos deseaban un Mesías que les diera esos puntos—hacerles cabeza y no cola de las naciones. Así, cuando Jesús multiplicó el pan y los peces, ellos le siguieron al otro lado del lago. Al verlos, Jesús les habló de dejar de buscar la comida que perece. En lugar de eso, ellos debían buscar el pan que no perece.

A medida que ellos conversaban con Jesús, llegaba a ser claro que estaban envueltos en ellos mismos, buscando puntos de Jesús. Finalmente, en un intento de ayudarles a ver su ceguera, Jesús les dijo: “Si alguno come de este pan, vivirá para siempre. Este pan es mi carne, que daré para que el mundo viva.”
Cuando oyeron esto, ellos comenzaron a murmurar entre ellos mismos, preguntándose si no estaba hablando de canibalismo. Jesús sabía lo que estaban diciendo acerca de esto, pero no se detuvo para explicarles el mismo. En lugar de eso, ¡Jesús agregó que también tenían que beber su sangre!
Para los judíos, por supuesto, esto era inaudible. Y en nuestros días sólo cuando hablamos de vampiros escuchamos tales cosas.
El punto de Jesús era este:  Si no estaba hablando de canibalismo– y debería haber sido claro que no– la única otra alternativa era que él estuviera hablando acerca de algo más allá de su existente paradigma, Jesús estaba intentando romper el paradigma formado por el mensaje torcido que resulta en una búsqueda de puntos y sueños pequeños. Esto debió haber sido obvio para todos, quienes habían visto que Jesús no estaba hablando acerca de canibalismo. Así, en lugar de dejarlo (Juan 6.60), ellos debieron haber ido a él para entender lo que estaba diciendo. Pero tan pronto como se dieron cuenta que Jesús no les estaba dando puntos, ellos se fueron.

Para nosotros también cuán fácil es caer en la trampa de interpretar el verdadero mensaje a través de los ojos del mensaje torcido. Podemos orar, leer la Biblia, ir a la iglesia, llorar por nuestros pecados y cambiar nuestra conducta y aún al final tratar de usar a Jesús para obtener puntos para nosotros mismos—aún puntos “religiosos.”

Ser un héroe como El

¿Qué era específicamente lo que deseaba Jesús que sus discípulos—y nosotros— entendiéramos cuando él hablaba de comer su carne y beber su sangre? Desde este lado de la cruz esto es más claro para nosotros que Jesús estaba haciendo una profecía acerca de su muerte venidera. El daría su cuerpo y derramaría su sangre por la novia. Cuando nosotros compartimos la cena del Señor estamos diciendo, “Esto es el amor, el poder y la fidelidad de Jesús demostrado en la cruz y su resurrección que me da fuerzas cuando no tengo ganas ni de levantarme de la cama en la mañana. Si fuera por mi propia fuerza preferiría quedarme debajo de las sábanas evitando enfrentarme a los desafíos del día. Es su relación lo que me trae fuerzas para amar a aquellos por quienes no siento amor y cumplir su misión que él me ha dado hacer.

Por otro lado, en cada momento que me preocupo, lo que estoy diciendo es: “Tu amor es grande, pero no es suficiente. Si resuelves este o este problema para mi y entonces yo te serviré.” Por lo tanto, lo que mostramos es que nosotros lo que realmente deseamos son puntos de la sociedad y que estamos malinterpretando el verdadero mensaje a través de los lentes del mensaje torcido.
Cualquier pecado que podemos pensar– avaricia, enojo, codicia, envidia—es principalmente un rechazo de Jesús a favor del sistema de puntos de nuestra sociedad. Estamos mostrando que estamos vacíos y nos agarramos de algo que nos llena. Nuestros anhelos de gloria nos llevan a agarrarlos.

Por otro lado, cuando le creemos a él y su verdadero mensaje, entonces ríos de vida fluyen de nosotros para ser una bendición para los que están a nuestro alrededor. Esos ríos son el Espíritu Santo. Jesús dice que cualquiera que bebe (cree en) él, será una bendición para otros así como un río es una bendición para la tierra (Juan 7.37-39). Y mira las cantidades desproporcionadas. Un sorbo de Jesús y entonces ríos (en plural) fluirán de nosotros.

De acuerdo al verdadero mensaje, nosotros no llegamos a ser el héroe central, sino que llegamos a ser como él. Así como él no estaba vacío y agarró algo para llenarse (Filipenses 2.5ss.), así nosotros podemos ser llenos y sobreabundar con bendición para otros. En tanto miremos a Jesús podemos ser un héroe para nuestra esposa, para nuestros hijos, para nuestros amigos y vecinos—aún cuando sintamos falta de amor y de respeto. Si rechazamos los puntos de nuestra sociedad (en arrepentimiento) y miramos a Jesús (por fe), los ríos de vida comenzarán a fluir de nosotros y llegaremos a ser héroes como Jesús.

Propiedad Intelectual del Dr. Gary T. Waldecker (copyright © 2006). Derechos Reservados. Publicado aquí con el permiso del autor. Traducido con el permiso del autor por Rolando Hinojosa.

DE HISTORIAS Y HÉROES (1a. Parte). Gary Waldecker

Desde hace unos pocos años, he estado siguiendo lo que escribe Gary Waldecker. Su enfoque misionero (estuvo trabajando en misiones en Chile), y su conocimiento de la relación del evangelio con la cultura lo hace muy atractivo a la lectura. Les comparto este artículo que he traducido, que muestra esto.

Cuando era niño, los comerciales de la televisión eran introducidos típicamente con la frase, “Y ahora un mensaje de nuestros patrocinadores.” En este sentido, el mensaje es considerado una idea importante que alguien desea comunicar.
Me gustaría sugerir que hay dos clases básicas de mensajes en el mundo hoy: el mensaje verdadero que llega a nosotros de parte de Dios a través de su palabra, y el mensaje torcido que nos es comunicado constantemente a través de los comerciales de televisión, programas, películas, noticias, y aún ésta es la manera en que muchas instituciones están estructuradas. Estos dos mensajes son acerca de dos historias. Cada historia, a la vez, tiene diferentes ideas acerca de quien debe ser el héroe.

El mensaje torcido

Aunque existen muchas variaciones del mensaje torcido, la esencia de este es: “Tu puedes ser alguien especial—puedes ser un héroe—si tu aprendes a sacar ventaja de los recursos y habilidades que están a tu alcance.” Esta es la historia acerca de que tú puedes ser el héroe.
De este modo, se nos dice, “Si tu bebes esta bebida, o te cepillas los dientes con esta pasta, o manejas este auto, hallaras gente que piensa de ti como alguien especial.”
Muchos de estos mensajes implican que por usar un cierto producto hallaras la realización de tus sueños.
Este es el mismo mensaje con el que el mal tentó a Adán y a Eva. “Ustedes pueden llegar a ser como Dios tomando ventaja de los recursos que están en el jardín. Ustedes no necesitan una relación con Dios para llegar a ser como él. Todo lo que ustedes necesitan está aquí.”
El pecado de Adán y Eva no era necesariamente su deseo de ser como Dios. Después de todo, Dios nos hizo como él—a su imagen y semejanza—y existimos para llegar a ser como él. Aún antes de la caída, el Árbol de la Vida tenía la promesa de algo como llegar a ser como Dios. Nuestros primeros padres no fueron creados con cuerpos glorificados, y como lo vemos en la Palabra de Dios, la glorificación es mucho más que un retorno al Edén. Esta es la vida mucho más grande de la cual el Árbol de la vida fue una señal.

Anhelos de Gloria

Ya que Dios nos hizo no sólo como el mismo, sino también con la posibilidad de llegar a ser más como él, es natural para todos los seres humanos tener anhelos de gloria. Nuestros anhelos de gloria pueden ser vistos en el deseo de amor, de amistad, de riquezas, de control y poder, de conocimiento, sabiduría y de autoridad. El pecado tuerce esos deseos de gloria de modo que buscamos su cumplimiento con los recursos y habilidades que Dios nos ha dado en lugar de cumplirlo en Dios mismo. Fuimos creados para hallar el cumplimento de esos anhelos de gloria cuando amamos y glorificamos a Dios. El pecado tuerce esos deseos haciéndolos auto-centrados en lugar de Dios-centrados.
Dios ofrece la esperanza de reflejar su gloria de una manera brillante, como la luna refleja la gloria del sol.
El mensaje torcido te dice que tú puedes llegar a ser el sol.

El sistema de puntos de la Sociedad

Aunque toda la gente tiene anhelos de gloria auto-centrados, cada cultura desarrolla su propio paquete de prioridades de modo que esto es lo que hace a la gente especial. Yo le llamo a esto “El sistema de puntos de la sociedad”. Aunque hay una gran semejanza entre los diferentes sistemas de puntos, cada uno tiende a tener su propio sabor. En Chile por ejemplo, si tienes un apellido que tenga una doble “r” en este (como Larraín, o Errázuriz) esto te da muchos puntos. También, entre más clara sea tu piel, más puntos tienes. También la habilidad para no perder tu figura cuando estás siendo criticado es altamente valorado. De tal persona se dice que tiene “personalidad”.
En nuestra propia cultura, el enfoque en Hollywood y en los deportes muestra cuanto valoramos la belleza y la habilidad física, así como las riquezas. Probablemente la gente en nuestra sociedad quien ha ganado la mayoría de los “puntos” son las estrellas de cine exitosos, los cantantes y los deportistas. Los anunciantes toman ventajas de esta sociedad de sistema de puntos para vender sus productos. Esto implica que si tú compras sus productos, irás en la dirección de aquellos quienes tienen más puntos.

Sueños Pequeños

Bombardeados como estamos por este sistema de sociedad de puntos, es fácil empezar a creer la mentira. Desarrollamos lo que llamo un “pequeño sueño” que está basado en nuestra sociedad de sistema de puntos. Un pequeño sueño envuelve una inadecuada pero fuerte tentación para cumplir los anhelos personales de gloria por obtener los puntos valorados por nuestra sociedad.

El mensaje verdadero

Este mensaje torcido es una distorsión del mensaje verdadero. ¿Cuál es el mensaje verdadero? Bueno, este es realmente la Biblia entera. Sin embargo, la Biblia es frecuentemente malentendida como una colección de dichos o principios espirituales, muy parecidos a los dichos de Confucio. Esta es con frecuencia tomada como una enciclopedia en el cual uno puede encontrar guía para la vida. Creo que leer la Biblia de esta manera tarde o temprano distorsionará su mensaje.

Una historia centrada en Dios

La Biblia es una historia, con un comienzo, un desarrollo de los personajes, una lucha feroz entre el bien y el mal, el triunfo final de Dios, y el desenlace o clarificación final y explicación de los temas. Lo que hace a esta historia única es que el héroe principal no eres tu, ni yo—ni aún como una posibilidad. En contraste, la línea de la historia de nuestra sociedad es la que dice, “Mira a este héroe… Si obtienes suficientes puntos también puedes llegar a ser uno…” En la historia de la Biblia Jesús es el personaje y el héroe central. Lucas 24.25-27, 45-49 hace claro que él es el tema principal del Antiguo Testamento, el cual miró hacia delante para su venida. El es también la esperanza del futuro. Aunque podemos y debemos ser como él, él siempre permanece como el gran héroe cuyo personaje debemos imitar, pero a quien nunca podremos igualar. Esta es una historia que es claramente Dios-centrada y no hombre-centrada.

Un Romance

La historia es un romance entre el héroe y la que será su novia. Esta es acerca del crecimiento y la preparación de la novia para su boda. La institución del matrimonio en Génesis señala a esta realidad más grande del matrimonio de la gente de Dios con Cristo (Efesios 5.22-33).

Una Aventura

Esta historia romántica es una gran aventura. La preparación de la novia la involucra en su jornada desde el jardín hasta la gran Ciudad de Dios. A lo largo del camino ella aprende acerca de su héroe y de su vestido de boda en tanto ella enfrenta y se ocupa en desafíos. La jornada de Abraham y más tarde de sus descendientes hacia la tierra prometida son anticipaciones de esta gran aventura y jornada hacia el país y ciudad celestial (Hebreos 11.8-16).

Un Drama romántico

Esta es la historia dramática del héroe cuya novia es engañada y robada lejos por el villano que odia al héroe y desea tomar su lugar. El villano mete dudas en los motivos del héroe y convence a la novia de creer sus mentiras (Génesis 3.1-5). Poco se da cuenta ella que el villano solo desea usar y abusar de ella, y a final de cuentas herir al héroe. El villano la toma en su poder a través del miedo a la muerte (Hebreos 2.14-15). El le dice, “Su justicia requiere tu muerte. No puedes regresar a él.” Y entonces el le ofrece su propia versión de la vida: él le columpia puntos frente a ella, tratando de hacerle creer que si acumula suficientes puntos, ella encontrará el cumplimiento de sus anhelos de gloria.
Sin embargo, el héroe, le envía palabras diciéndole que la ama y que, aunque ella merece la muerte por su propia ley de justicia, el se encargará de su rebelión.
A través de la historia el está enamorándola, proveyéndole de su amor y poder, y haciéndole claro acerca de sus consecuencias de estar en relación con el villano. La pregunta es, ¿confiará ella en él? ¿O creerá la mentira representada por el sistema de puntos de su sociedad?

Un Historia de acción

El villano constantemente está tratando de impedir la venida del héroe, torciendo sus palabras y tratando de matarlo. Una y otra vez, a través de sorprendentes hazañas de poder, el héroe decide rescatar a su novia. Pero su confianza es tan débil. Ella no cree en su amor, o su poder, y en su fidelidad a sus promesas.
O ella cree por un corto tiempo y entonces cae otra vez en la incredulidad. O ella “cree” sólo cuando parece que él le da a ella sus “puntos.”

Un misterio

La historia es un misterio. Si la novia por ley merece la muerte, ¿Cómo será capaz el héroe de casarse con ella? ¡Él es quien debe ponerla a la muerte! ¿Cómo sucederá esto? ¿Cuándo vendrá finalmente el héroe a resolver el misterio? Aún los ángeles deseaban saber cómo funcionaría todo esto (1 Pedro 1.12)