Otro sermón de Tim Keller
Así como hablamos del mensaje del Evangelio podemos también hablar del Evangelio al prójimo. Este evangelio al prójimo es el mandamiento de llenar las necesidades de los que están a nuestro alrededor.
En este texto del Buen Samaritano podemos hallar las siguientes partes: 1. El Mandato… 2. La Magnitud del Mandato… 3. Su Motivación… 4. El Modelo.
1. El Mandato de amar a los demás.
En esta historia un maestro de la Ley se acerca a Jesús. Este era un experto en la Ley. El respetaba la ley. El maestro de la ley hace una pregunta… «¿Que tengo que hacer para heredar la vida eterna? (v.25b)… «¿Que debo hacer para ser salvo?»
La intención era ponerle una prueba, una trampa, «para poner a prueba a Jesús» (v.25). Estos maestros sabían que Jesús aceptaba y recibía a la gente que desobedecía la Ley de Dios. A los que ellos llamaban pecadores. El maestro de la Ley quería saber qué tanto respeto tenía Jesús por la Ley de Dios. Por los mandamientos.
Y por eso la pregunta: «¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» ¿Para ser salvo?
El esperaba que Jesús le respondiera algo así como: «No importa que hagas o no…No importa como vivas…Tu puedes tener la vida eterna… No tienes que guardar los mandamientos para heredar la vida eterna».
Pero Jesús fue el que lo puso en la trampa. Pero fue una trampa amorosa. Lo hizo con una historia.
Jesús le dijo: «¿Qué está escrito en la ley?» (v.26). «¿Qué lees en la Escritura?»…»Dame un resumen».
Y el hombre le citó: Primero: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente.»(v.27)
¿Qué quiere decir amar a Dios? Mi explicación favorita de esto es la frase: «Tu religión es lo que haces en tu soledad». Esto quiere decir que cuando tu estás en una esquina por horas, cuando tu mente está libre, ¿hacia donde va?…qué piensas naturalmente, automáticamente. ¿Piensas en Dios? ¿En el dinero? ¿En tu belleza?… En lo que tu piensas en esos momentos, eso es tu religión. Eso es tu Dios. Eso es lo que más te preocupa. Eso es tu fe.
Lo primero que requiere la ley es: Amar a Dios como lo más importante.
Y lo segundo que este hombre responde es: «Ama a tu prójimo como a ti mismo». ¿Qué quiere decir esto? «Jesús le dijo – Bien contestado-Haz eso y vivirás»(v.28).
Y esto es brillante porque Jesús le dijo: «La ley es correcta, es perfecta, es algo correcto. Hay que cumplirla para heredar la vida eterna… Para ser salvo».
«Si tu amas a Dios y si tu amas a tu prójimo tendrás vida… Si tu vives así, serás salvo…Cumple esto y estás seguro»…»Ve, anda, cúmplelo»…
Entonces el hombre enseguida notó lo que Jesús le estaba diciendo y más adelante dice que: «El queriendo justificarse a sí mismo, dijo «¿Quien es mi prójimo?»(v.29).
¿Te das cuenta a donde quiere ir este experto de la ley?…
Este hombre preguntaba:»¿Quien es mi prójimo?», es decir, quiero saber quien es y cómo debo tratar a mi prójimo… Si la promesa de vida es: ama a Dios y ama a mi prójimo, bueno, ¿quien es mi prójimo para tener la vida?… Como diciendo: «Dame la mínima regla…Cual es el mínimo requisito en relación a mi prójimo para cumplirlo…Qué es lo que Dios quiere en relación a mi prójimo»… La pregunta es: «¿Cual es el requisito mínimo que Dios requiere para salvarme?»
Y Jesús le cuenta esta historia del Buen Samaritano…
Esta historia dice que el protagonista, el héroe, el samaritano, sabe que el ayudar y amar al prójimo tiene un increíble costo, un increíble sacrificio, tiene un increíble peligro. Porque:
El héroe de la parábola atiende todas las necesidades del hombre herido (v.34-35):
Sus necesidades físicas, «le curó las heridas con vino y aceite y se las vendó…»
Sus necesidades de transporte, «lo montó sobre su propia cabalgadura…»
Sus necesidades emocionales, «lo cuidó».
Sus necesidades financieras, «Al día siguiente sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento…”
Sus necesidades médicas, «Cuídamelo-le dijo-, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva.»
La pregunta del experto es: ¿Cual es el mínimo costo de lo que Dios pide cuando dice «Ama a tu prójimo»? Y Jesús da este ejemplo, él cuenta esta historia. Como diciendo: “Esto es lo que hay que hacer para mostrar que amas a tu prójimo. De esa manera experimentarás la salvación de Dios. Atendiendo todas las necesidades concretas. Todas las necesidades humanas de la gente”.
2. La Magnitud del amor a los demás.
Ahora veamos la magnitud o la medida en que debemos amar a los demás, es decir, cuánto es el amor que Dios nos pide cuando él dice «Ama a tu prójimo»…
a) A Quien: A todos. Es natural ayudar y amar a gente que queremos o que nos quiere o que nos ha ayudado. Pero los judíos y samaritanos tenían diferente religión…El samaritano amó al judío… amó al enemigo. Entonces, ¿Quien es mi prójimo?
Tu prójimo es cualquiera. Cualquier clase de persona, no importa su religión, clase social, educación, etc.
b) Cuando: Cuando veas la necesidad.
Cuando el samaritano iba en su camino él vio al hombre herido, y el enseguida e inmediatamente pensó «Este hombre necesita ayuda»…Y se detuvo. No «siguió de largo» como los demás. Por lo tanto, la magnitud del cuando es: Siempre que veas necesidad, en cualquier momento.
c) Cuánto: Lo natural es que digamos: «Yo no puedo ayudar tanto a esta persona»…
Pero Jesús pone a propósito en la historia a un hombre que realmente necesitaba mucha ayuda. Lo pone tirado en el camino, golpeado por ladrones y sangrando y casi muerto.
Jesús dice: «Déjame decirte la magnitud de cuánto Dios pide que tu ames y ayudes». Mira cuánto este samaritano amó a su prójimo. Cuando el samaritano se detuvo el le dio todas las cosas a este hombre.
Entonces, de hecho, si tú no puedes amar y ayudar de esta manera, entonces tú no amas lo suficiente.
3. La Motivación para amar a los demás.
¿Cual es la motivación para hacer esto? ¿De donde viene el poder para amar y ayudar al prójimo?… Sólo hay dos posibilidades. A la manera secular y a la manera religiosa.
La versión secular es algo como esto: Si tú eres una persona decente, progresista, cívica, entonces tú ayudarás a los pobres y a los necesitados, tú serás un voluntario porque te preocupas por ellos.
La versión religiosa es algo como lo siguiente: Tú lo haces porque la Biblia lo manda. Tienes que cumplir.
Pero estas dos motivaciones te llevan a la culpa. Lo que te motiva para ayudar es la culpa… No quieres sentirte culpable.
Pero noten que Jesús puso en la parábola a dos personas muy morales y religiosas: a un sacerdote y a un levita. Los sacerdotes y los levitas eran gente que comúnmente ayudaban a los pobres.
¿Que nos está diciendo Jesús?… El nos decía que esta gente ayudaba a la gente porque lo consideraban un deber… era algo moralmente bueno…
¡Pero cuando se trataba de un costo radical, cuando se trataba de sacrificio, cuando significaba un costo, algo demandante, radical, y hasta peligroso, como en este caso, entonces no lo hacían!… «Se pasaban de largo»…
Y esto es importante, porque cuando la motivación para amar y para ayudar a los necesitados es solamente la culpa, al poco tiempo de hacerlo, te detienes. Dejas de hacerlo. La motivación de sentirte culpable no es duradera. Por esto, no intentes ayudar al prójimo por culpa, para no sentirte culpable con Dios o contigo mismo.
Pero aquí es donde Jesús dice cual es el poder para amar o la motivación correcta para ayudar a los demás:
La clave de la parábola es dónde el experto de la ley fue puesto dentro de la parábola.
Jesús cuenta el relato como si hubiera puesto al oyente en el camino, como la víctima…
Jesús le está diciendo al experto de la ley: «Un hombre como tú bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones…» “Un hombre como tú fue golpeado y dejado medio muerto en el camino.»
«Y en el camino iba un odioso samaritano…Y ese samaritano hizo todas esas cosas por ti que estabas herido y casi muerto en el camino… Ve y haz tu lo mismo»…
¿Qué le estaba diciendo Jesús?… Algo así como: «Un hombre como tu, un hombre bueno, correcto, decente, estaba tirado y en eso pasó un samaritano y te amó y ayudó»… Un samaritano fue el que hizo todo eso por ti… El malo, el fracasado, el pecador, el condenado, fue el que hizo todo esto.
El hombre se dio cuenta de lo que Jesús estaba tratando de decir…
«¿Estas bromeando? Los samaritanos y los judíos como yo no tienen buenas relaciones… se odian entre sí… ¡Eso que dices es ridículo! ¡Un Samaritano no haría todo eso por mi!”
Jesús puso a este hombre tirado en el camino y puso al odioso samaritano en la orilla del camino, que llegó a donde estaba el hombre y que se compadeció de él.
Y Jesús puso el punto correcto: “¿Qué pasaría si tú estuvieras herido en el camino? ¿Qué pasaría si tú fueras el hombre tirado en el camino? ¿Y qué si fueras encontrado casi muerto por un enemigo y tu enemigo tuviera compasión de ti? Por pura y libre gracia se compadeció y te ayudó.”
Ese es el punto. ¿Qué pasaría si tú fueras el que está tirado en el camino? ¿Y qué pasaría si el único que te ayuda es alguien que esperas que te rechace? Jesús le decía: ¿Qué pasaría si tú fueras el que recibe el regalo de ayuda y misericordia?
Con esto, Jesús está diciendo que tú nunca serás un prójimo hasta que tú seas el prójimo caído… Hasta que tú te des cuenta que tú eres el prójimo necesitado.
Tu nunca serás alguien que ayude y ame a su prójimo hasta que tú te des cuenta de que tú eres el recipiente de la gracia, del amor y de la ayuda de parte de tu prójimo.
Jesús dice con esto que tu no puedes ser prójimo hasta que tu seas prójimo que recibe la gracia radical de un prójimo.
La pregunta del experto en la ley fue esta: «¿Quien es mi prójimo?» (v.29). Pero Jesús le contestó de otra manera. El la cambió a: «¿Quien es el prójimo para ti?» «¿Cual de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?» (v.36) Y el experto mismo responde: «El que se compadeció de él» (v.37).
Para ayudar a los demás con el motivo correcto necesitamos una dinámica… Este es el punto que sigue…
4. El Modelo para amar a los demás.
Todos necesitamos el evangelio de Jesucristo. Esto es lo que el evangelio dice:
Todos buscamos justificarnos. Como este experto en la ley, todos necesitamos justificarnos. Todos decimos: «Yo estoy bien… Yo soy bueno…Yo amo… Yo ayudo a los demás… Yo he dado a los pobres»… Tú puedes justificarte de muchas maneras.
Pero el evangelio dice: Jesucristo vino y entró a este mundo… El pasó por el camino, y te vio tirado en el camino y tuvo compasión por ti (v.33). Y esta palabra «compasión» significa dolor por el que sufre, tener misericordia.
Cuando Jesús nos vio, el vino y no sólo a riesgo de su propia vida, sino que nos ayudó a costa de su vida. El murió por ti… Y el nos puso en un lugar seguro. El no tenía por qué hacerlo, pero lo hizo… porque nos amó y nos quiso ayudar… Por pura gracia…
Y tu puedes ver que él es tu Buen Samaritano, tu puedes ver que él es tu prójimo radical… puedes ver que en la parábola del Buen Samaritano, Jesucristo demanda el amor que no puede ser demandado, el pide el amor que no puede ser pedido. Pero tal amor fue para ti.
Sólo cuando ves al Verdadero prójimo, a Jesús, tú puedes ser un verdadero prójimo para los demás.
Finalmente, una palabra para llegar a ser prójimos radicales…
En la parábola, nota que el sacerdote, el levita y el samaritano todos «ven» al hombre necesitado: el sacerdote «al verlo», y después el levita «al verlo», y después, el samaritano «viéndolo»… Pero el samaritano cuando vio al hombre, vino a él e hizo contacto con él. Sólo el samaritano vino y alivió la necesidad del hombre.
Cuando tú ves en la ciudad una gran cantidad de gente necesitada, cuando tú ves un alto porcentaje de niños y jóvenes que viven en la pobreza, y si tú permaneces cómodo y tranquilo en tu casa y no haces contacto con ellos, y «te desvías y sigues de largo», entonces no estás siendo el prójimo para todos ellos.
Entonces, para llegar a ser prójimos radicales, no es por culpa. Sino hasta que tu seas quebrantado bajo la mirada del misericordioso Dios que te vio, y tuvo misericordia de ti y entiendas que él ofreció a su Hijo, el Verdadero Buen Samaritano. Cuando veas lo que él hizo, el precio que pagó, al costo de su vida. Cuando esto penetre en tu corazón, su sorprendente amor, que él vivió y murió por ti, entonces tu puedes ir y hacer lo mismo con los demás.